Pelar: la calabaza y la cebolla, y cortarlas en trozos pequeños.
Colocar: la calabaza y la cebolla en una olla, añadir la mantequilla y rehogar unos minutos a fuego muy lento hasta que veamos que la calabaza empieza a ablandarse.
Añadir: agua hasta cubrir los ingredientes y salar. Debemos tener cuidado con estos dos pasos, pues esta agua se aprovechará para hacer la crema.
Dejar: hervir a fuego medio durante 20 minutos.
Añadir: poco antes de retirar del fuego una copita de vino blanco (50 ml) y dejar evaporar el alcohol.
Pasar: todos los ingredientes por el triturador, añadir un chorrito de leche y más agua de la cocción si es necesario.
Obtener: una textura de crema, ni muy espesa ni muy clara.
Probar: por si falta sal o agua.
Servir: caliente, acompañado de trocitos de pan tostado.
Ofrecer: pimienta blanca al gusto.
La calabaza se encuentra en su punto óptimo en octubre y durante todo el invierno. Admite muchas preparaciones y tipos de cocción; el horno, por ejemplo, es una muy buena opción. Un toque de canela también resulta agradable y combina bien con su sabor suave.
La calabaza es rica en sales minerales, especialmente fósforo y calcio, y también en potasio, vitaminas A, C y E. Por su alto contenido en betacaroteno, es un buen antioxidante y nos ayuda a eliminar los radicales libres.