Fundir: el chocolate al baño maría hasta que esté líquido.
Añadir: la mantequilla y mezclar bien hasta que se derrita.
Batir: las yemas de huevo con 20 g de azúcar.
Batir: las claras a punto de nieve con los 40 g de azúcar restantes, hasta que estén bien firmes.
Mezclar: las claras montadas con las yemas.
Añadir: el chocolate derretido, las nueces ligeramente trituradas y la harina tamizada.
Mezclar: bien hasta obtener una masa homogénea.
Untar: con mantequilla un molde rectangular desmontable de 22 x 14 cm aproximadamente.
Calentar: el horno a 200º.
Verter: la mezcla en el molde y hornear durante 15 minutos. Comprobar con una aguja, antes de retirar el brownie del horno, que está hecho.
Dejar: enfriar encima de una rejilla antes de desmoldar.
Servir: frío.
De los muchos brownies que he probado, este es, para mí, uno de los mejores. Ofrece una capa crujiente por fuera y un interior muy suave. Lo horneo en un molde de aluminio y luego, para desmoldarlo, lo recorto. El brownie corre el peligro de cuartearse con mucha facilidad, y con este sencillo truco se puede evitar.
Al ser un postre contundente, con un trozo pequeño basta para deleitar a los golosos. Tanto si lo acompañamos de un trozo de helado de biscuit en un postre, como si lo servimos a media tarde con un té, el resultado es exquisito.