Pelar los calabacines: conservar algo de piel, trocear.
Triturar: triturar todos los ingredientes en el minipimer o robot.
Añadir agua: hasta conseguir la textura de salmorejo deseada.
Probar: por si debemos rectificar algún ingrediente.
Servir fría: en copas o bol pequeño.
Esta variante del clásico salmorejo de tomate es refrescante y deliciosa. La verdura y la fruta nos aportan fibra, y el queso, proteínas de origen animal, por lo que resulta un plato completo. El calabacín, consumido crudo, nos ayuda a aprovechar mejor sus nutrientes, especialmente su vitamina C. El aguacate, por su parte, es rico en ácidos grasos saludables y también en calorías.
Una pequeña porción de este salmorejo es suficiente para saciar y nutrir. Agregar un toque picante realzará su sabor, y si buscas una versión aún más fresca, puedes añadir albahaca o menta al triturar los ingredientes.